
No creo que haya muchos aficionados al ciclismo que nieguen la afirmación de que hablar de Peter Sagan es hablar del ciclista más mediático de los últimos años. Un ciclista cuyo palmarés es apabullante, contando con ocho victorias en la competición por el maillot verde del Tour de Francia, victorias parciales en las principales vueltas por etapas, y monumentos como la París-Roubaix, el Tour de Flandes y otras grandes clásicas, como la Gante-Wevelgem. Y, por supuesto, el mundial de ciclismo en ruta, en tres ocasiones: consecutivas.
Sobre este logro que nadie había logrado antes jamás – ni tan siquiera los más grandes ciclistas de la historia, como Merckx o Hinault -, se erige esta entretenida autobiografía – con escritor fantasma, obvio – en la que el ciclista eslovaco nos cuenta anécdotas y pormenores de su vida: su infancia y primeras pedaladas en la Eslovaquia del llamado Divorcio de Terciopelo, por el que se separó de la República Checa en 1989, su paso a profesionales desde un país con tan poca tradición ciclista, su precocidad en las victorias, su paso al Tinkoff Saxo-Bank y cómo fue convirtiéndose en uno de los ciclistas más famosos gracias a la cantidad y calidad de ocasiones en que alzaba los brazos
También nos da cuenta de muchos aspectos de su vida privada, como las relaciones que mantiene con ese grupo cercano del que siempre se rodea – denominado como Team Peter y que ha erigido a lo largo de los años -, u otras cosas personales, como el día en que conoció a la que por entonces era su esposa, la boda que celebraron, sus aventuras en los negocios que ha formado gracias a su fama como ciclista, los tatuajes que se ha ido haciendo a lo largo de los años y esas apuestas que siempre hace cada temporada con aquellos que lo rodean, a modo de motivación y divertimento.
En el fondo, no deja de ser una autobiografía al uso, y no estoy del todo seguro de que alguien que no sea aficionado al ciclismo pueda disfrutarla al cien por cien; entre otras cosas porque con este libro, Sagan aprovecha para meter muchas cuñas de márquetin que al lector lego en ciclismo pueden despistarle; como puede que tampoco esté del todo familiarizado con determinadas carreras. En este sentido, podemos decir que hay campeones que han sobrepasado las fronteras de su deporte para convertirse en iconos más o menos afortunados del deporte universal, como ocurre con Armstrong o Merckx, por lo que en un momento dado cualquier persona a la que le guste el género biográfico puede encontrar sorprendente la psicología de Merckx o la corporación -hasta cierto punto la mafia – embutida en licra en que se convirtió el texano. Y en este sentidoSagan no ha trascendido el mundo del ciclismo, al menos fuera de Eslovaquia. En todo caso, cuando hablamos de del eslovaco hablamos del ciclista más mediático que ha habido desde Armstrong. Ningún otro campeón de los últimos años ha llegado a dominar el pelotón, como figura, al nivel en que lo ha hecho Sagan; no lo hicieron Wiggins o Contador, no lo ha hecho Cavendish con todas las victorias que haya logrado en el Tour (de hecho, lo nombro por su número de victorias, pero no puedo imaginarme una figura del ciclismo menos mediática), y desde luego que tampoco lo ha hecho Froome, con sus cuatro Tours. Resulta curioso que un hombre que no es esprínter puro, que no es tampoco clasicómano puro, y desde luego no es hombre para las generales, haya conseguido, sin embargo, la ubicuidad mediática y las victorias que ha conseguido Sagan, incluso desde antes de su primer mundial. Y eso se debe a su carisma, ese buen rollo que transmite, esa actitud de surfero de Brisbane, con la que encara la vida y que encapsula en esa frase sacada de Batman con la que tanto le gusta compararse, ese Why So Serious? – ¿Por qué estás tan serio? -. Y todo esto, en el deporte más ligado a la publicidad que existe, tiene un valor impresionante. No es de extrañar, por ello, que siga siendo uno de los ciclistas mejor pagados aunque esté en franca caída.
Por todo esto, si bien decía antes que tal vez no sea una biografía para no iniciados en el ciclismo, resulta imprescindible para aquellos que sí lo son. Puede que Sagan no haya hecho vender millones de bicicletas como sí lo hizo Armstrong en su día. Pero, a diferencia de este, tampoco deja tras de sí la división de opiniones que este provocó siempre. Con Sagan, o lo adoras, o te encanta, pero no conozco ni un solo aficionado al ciclismo al que le caiga mal. Los habrá, por supuesto, pero no se les oye. Y, además, en estos días en los que tanto se lleva la figura del joven ciclista polifacético, hemos de recordar que Sagan fue el primer gran ciclista de los últimos tiempos en traspasar disciplinas en unos Juegos Olímpicos. Antes de los Van Der Poel, Van Aert y Pidcock, Sagan ya se había curtido en la bici de montaña. Y antes de la avalancha de jóvenes de calidad desbordante como los Bernal, Pogacar, Ayuso, Evenepoel, etc, Sagan ya ganó cuatro etapas del Tour siendo casi eso que en el el deporte de EEUU se denomina un sophomore. Y aquí, en este libro, cuenta su camino, ese que le ha llevado a ser, hasta ahora, el único ciclista en ganar tres mundiales seguidos. Me temo que no habrá cuarto mundial, no romperá la cifra mágica de los tres mundiales, pero, desde luego, si te gusta el ciclismo no puedes dejar de asomarte a la ventana de este mundo que se ha construido Peter Sagan.
Podéis encontrar el libro en la web de la editorial, y también en Amazon.
