Como os hemos contado en algunas entradas de este blog, hace mucho tiempo que tanto Esme como yo queríamos tener un vehículo vivienda. En mi caso, incluso antes de conocernos ella y yo, en un tiempo en el que toda mi vida giraba en torno al ciclismo, ya pensaba en lo útil que era este tipo de vivienda cuando quería asistir a alguna marcha, carrera o ruta ciclistas que se celebraba lejos de mi casa. Cada vez que tenía que pegarme un madrugón para llegar con tiempo a recoger un dorsal, a veces sin encontrar sitio para aparcar lo suficientemente cerca de donde comenzase la carrera, pensaba en la tranquilidad y las horas de sueño que podría proporcionarme uno de estos vehículos. Pero por entonces lo consideraba un lujo de ricos, y tampoco conocía el concepto Gran Volumen.
El resto es historia, y gran parte de esa historia dice que acabamos teniendo nuestro vehículo vivienda. Y, aunque parece que los días de carreras y rutas quedaron décadas atrás, lo cierto es que sigue habiendo muchos caminos y carreteras por recorrer sobre un sillín, muchos sitios que conocer dando pedales… al menos mientras lo permitan las cada vez más anquilosadas articulaciones. Además, ya no hace falta que todos esos sitios queden al alcance de una o dos horas detrás del volante. Esto nos permite plantearnos rutas multietapa que se desarrollen lejos de casa, y una de esas rutas es, por ejemplo, la Ruta del Destierro del Camino del Cid, que ha sido la primera ruta ciclista multietapa que he completado -según se mire- con la camper.

La Ruta del Destierro es una de las rutas que dan forma al Camino del Cid. El Camino del Cid es, a su vez, una iniciativa de varias diputaciones provinciales, siguiendo la idea de la Diputación de Burgos de crear un camino senderista entre Vivar del Cid y San Pedro de Cardeña, pasando por Burgos capital, lugares más importantes de los primeros versos del Cantar Primero del Cantar del Mío Cid. De acuerdo con la web www.caminodelcid.org, ese primer itinerario fue el primer paso de un proyecto que crecería con la incorporación de otras siete diputaciones provinciales (Soria, Guadalajara, Zaragoza, Teruel, Castellón, Valencia y Alicante), dando lugar al nacimiento legal del Consorcio Camino del Cid en 2002. Un año después se inauguraron en Burgos las oficinas del Consorcio que coordinaría las diversas actuaciones que han impulsado el proyecto de este itinerario.
No hace falta una ardua investigación para darse cuenta de que este Camino se inspira en otros recorridos -hoy en día turísticos- de mayor renombre, como puede ser el Camino de Santiago. De hecho, al igual que en el Camino el peregrino puede pedir que le firmen la Compostelana, una suerte de salvoconducto que venía a dar fe del cumplimiento del peregrinaje y que en el siglo XIII recibía el nombre de carta probatoria -como podemos leer en la web de la oficina del peregrino-, en el Camino del Cid también podemos pedir El Salvoconducto. Este documento es una credencial en la que el viajero puede pedir que se le estampen los sellos de cada una de las localidades que conforman el Camino, y que está inspirado en los documentos que durante la Edad Media se utilizaban para garantizar el libre paso de viajeros y mercancías. Su finalidad, además de ser un recuerdo de la aventura y una prueba fehaciente de haberla realizado, nos cuenta la historia de cada población, además de los más prosaicos descuentos en alojamientos, promociones y regalos.

Pero si hay una diferencia entre los Caminos de Santiago y del Cid es, dejando la tradición a un lado, la manera en que están conformados. Dado el carácter religioso del Camino de Santiago, sus rutas eran tan numerosas como peregrinos partían a visitar la tumba del apóstol. El punto común de todas ellas era el punto final, la catedral de Santiago, pero los distintos caminos pueden partir desde sitios tan lejanos entre sí como el Francés, que comienza en Saint Jean Pied de Port, el Camino Mozárabe, que parte desde Almería, o la Vía de la Plata, que nace en Sevilla. Por contra, el Camino del Cid tiene un origen más moderno y secular, siguiendo las huellas de la leyenda de Rodrigo Díaz de Vivar, caballero castellano desterrado por su rey. Utilizando las fuentes de las que se dispone, este camino trata de imaginar el itinerario que este caballero llevó, reconstruyéndolo gracias a lo que leemos en el Cantar del Mío Cid y los distintos documentos históricos que se conservan, engarzándolos entre sí hasta lograr un itinerario lineal que puede dividirse en tramos más cortos y temáticos.
Es así como nosotros quisimos emprender esta aventura, siguiendo el primero de los tramos o rutas en los que se divide este camino. En esta página ya detallo los diferentes itinerarios o rutas que comprenden el Camino del Cid, por lo que no voy a insistir en ello, pero sí quiero daros más información sobre este tramo en particular. En mi caso, yo hice el viaje en bicicleta de montaña, utilizando mi vieja Kona Kula, una bicicleta rígida y de 26 pulgadas comprada en 2008. Con este tipo de bicicleta tendría la posibilidad de seguir los tracks oficiales que se pueden encontrar en la web www.caminodelcid.org y que se pueden descargar de manera gratuita. Para bicicleta existen dos itinerarios diferentes según se quiera ir por asfalto o por campo y asfalto. El track oficial para bicicleta de carretera cubre siete etapas (con una etapa prólogo de 12 kms y que va de Vivar del Cid hasta Burgos), en las que se recorren alrededor de 360 kms con una dificultad marcada como baja. En cuanto a la opción que discurre por caminos las etapas se reducen en una, pasando de 7 a 6, pero repitiendo la opción de la etapa prólogo de 12 kms entre Vivar del Cid y Burgos, y se cubren casi 300 kms marcados como de dificultad Baja-media. Como resulta obvio, esta división es meramente informativa y cada cual puede alterarla según sus fuerzas, pudiendo utilizar más o menos días para completarla. Por mi parte, yo opté por aprovechar el track editado por Álvaro Hernández, un usuario de Komoot que, respetando el track original casi por completo, opta por alterar los puntos de partida y llegada de todas las etapas, reduciendo las mismas a 5 y diseñadas para bicicleta de gravel. Aunque ya lo contaré en otra entrada, puedo adelantar que seguir su versión del track fue todo un acierto.
De acuerdo a la versión de Álvaro Hernández las cinco etapas quedarían así:
Vivar del Cid – Atienza: 286 kms, 3680 metros de desnivel acumulado.
Etapa 1: Vivar del Cid – Covarrubias: 60,3 kms, 670 metros de desnivel
Etapa 2: Covarrubias – Alcubilla de Avellaneda: 57,5 kms, 830 metros de desnivel
Etapa 3: Alcubilla de Avellaneda – San Esteban de Gormaz: 63,8 kms, 730 metros de desnivel
Etapa 4: San Esteban de Gormaz – Berlanga de Duero: 58,1 kms, 700 metros de desnivel
Etapa 5: Berlanga de Duero – Atienza: 54.3kms, 840 metros de desnivel
A pesar de que yo utilicé tanto la App Komoot como el ciclo-computador Bryton 420 para seguir la ruta, la misma se encuentra perfectamente señalizada y no es sencillo perderse. Es más, puedo adelantar que, en los momentos en los que perdí de vista el camino fue más por culpa mía de no fijarme bien y dejarme engañar por cierta lentitud de los medios tecnológicos con los que contaba que por ausencia de señalización. Los puntos indicadores del camino, ubicuos y bien situados, seguían la tipología internacional (2 círculos y un triángulo de dirección) al indicar la variante BTT. Además, podemos encontrar por todos lados los postes indicadores del Camino del Cid -un cuadrado rojo con un dibujo del Cid y el lema Ego Ruderico, reproducción de la única firma del Cid que se conserva-, además de contar con la App del camino y un visor cartográfico en el que se actualiza cualquier posible incidencia que el ciclista pueda encontrarse.

Ya solo queda comenzar nuestra aventura. El Camino del Cid parece estar creciendo en fama y este mismo año la periodista especializada en ciclismo Ainara Hernando ha realizado el trayecto en una serie documental para TVE. Os dejo el link para que le echéis un vistazo, cosa que yo no hice pues preferí descubrir todo lo que me iba a encontrar en el momento mismo en el que lo tuviese delante. Ya solo falta embutirse en la licra, enganchar las calas y salir pedaleando a encontrarme con esa variación térmica de alrededor de 20 grados, con respecto a mi zona de residencia, a la que me tuve que enfrentar en la primera etapa.